miércoles, 3 de octubre de 2012

Media Studies Reader: The Politics of Reading 

Roy Lichtenstein

Janice Radway Reading the Romance (1984)

May Zindel  

De acuerdo a la introducción, este ensayo ha sido central para el acercamiento feminista a la política de la lectura. Mientras que la investigación de Radway sobre las prácticas de lectura tomando a  un grupo de 42 mujeres lectoras de novelas de romance, no iba dirigido en un principio a contribuir con los estudios culturales tradicionales, pronto su propósito cambió. A través de cuestionarios, discusiones de grupo, entrevistas, discusiones informales y observaciones, así como a través de análisis textuales e investigación sobre la “matriz institucional” constituida por las novelas de romance producidas de manera masiva, la autora exploró el “fenómeno de la lectura del romance” sin llegar necesariamente a una conclusión como ella misma admite en el capítulo 39. Concentró su investigación en preguntas concretas como ¿por qué las mujeres leen ficción romántica?, ¿cómo y en dónde leen?, ¿cómo se entienden ellas mismas como lectoras? y ¿cómo describirían una novela romántica “ideal” o “fallida”? Los resultados a estas preguntas la llevaron a conclusiones complejas y contradictorias.

        Como textos, las novelas de romance son conservadoras, son una simple recapitulación y recomendación patriarcal de prácticas e ideologías sociales. El acto de leer en sí sería lo opuesto a esta idea conservadora. Al tomarse el tiempo y el espacio para su propio placer, la lectora estaría rechazando momentáneamente su rol social de auto-abnegación al satisfacer sus necesidades a través del consumo de un texto conservador que quizás la prepare para regresar a ese rol social. Según Radway, la lectura de novelas románticas es ambivalente, por un lado, perpetúa la ideología de un status quo y por el otro es el “locus” de la protesta en contra de estas. Sus estudios revelaron ambos, el poder ideológico de formas culturales contemporáneas así como las formas variadas en las que los grupos subordinados se apropian y las usan para contrarrestar o resistirse a ese poder. Este ensayo explora ambos modos a través de los cuales, un medio masivo como la novela romántica, puede ser apropiado por los locales tanto como para resistencia como para sentir placer. 


        Esta opción ambivalente me remite precisamente a una novela romántica de Ángeles Mastreta, autora poblana, titulada Mujeres de ojos grandes en la cual ella describe la sumisión por un lado por parte de la mujer tradicional   de principios de siglo de tener sexo con su marido (que quizás ella disfrute también, esta opción no queda excluida) solo cuando él lo decide y por otro, el utilizar ese mismo acto sumiso como un acto de total libertad y placer al cerrar los ojos e imaginarse estar haciendo el amor con "otro" u "otros" hombres como un "escape" permitido y secreto. Como menciona Janice Radway, el leer novelas románticas, le permite a la mujer el poder escapar de un rol prescrito por la sociedad para ellas dentro de la institución del matrimonio y olvidarse por un instante del atender las necesidades de los otros y sentir placer. Me parece que este placer o gratificación emocional que menciona Radway se relaciona directamente con  tener la libertad aunque sea imaginaria de vivir ella misma esa aventura romántica a través de la lectura,  y que no se atrevería a tener en la vida real principalmente por no romper con expectativas culturales entre otras razones. 

        Este acto puede ser visto según la autora como una "declaración de independencia", como un escape momentáneo que retrasaría una reestructuración social y sexual necesaria en la vida real pues resuelve solamente de manera momentánea las gratificaciones necesitadas por las mujeres lectoras de novelas románticas.


1 comentario:

  1. Hola May,
    Me llama la atención el comentario que haces respecto a la novela de Mastretta, en el cual manifiestas que el ejercicio de la imaginación puede convertirse en un acto libertario. Pienso para mis adentros, si en algún momento cabría esperar que ese acto ficticio se convierta en una manifestación real que apele a la acción o definitivamente es mucho más cómodo y seguro quedarse en la esfera de la ideas que arriesgarse al cambio...
    Saludos
    Elizabeth

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